miércoles, 12 de diciembre de 2012

Mi primer desembarco y el último de Carlos V (tercera parte)

   Tras una noche  un tanto agotadora, al día siguiente aún quedaban ilusión y ganas para volver a desembarcar en el viejo Laredo y seguir plasmando gráficamente lo que en sus calles acontecía.
En un punto determinado de la plaza de la Constitución de esta villa marinera  bañada por el bravío Cantábrico, el alfarero crea su pieza de barro ante la mirada  de un grupo poco numeroso de pequeñas criaturas humanas. En otro la herrera y el herrero cruzan sus miradas complices. Y en el tercero un artesano del cristal da forma, bajo el ardiente fuego, a su delicada obra.
Allí cerca en la calle la cual llaman del paseo y que te aproxima al nuevo y al viejo puerto, el mismo camino que te  conduce hacia un túnel reparado ya  hace varios años; en dirección opuesta vienen, acompañados de sonidos de gaitas y de cierto gentío, sendos santinbanquis que forman un todo al construir su acrobacia.
Más tarde me cruzo con dos jóvenes y bellas cortesanas saciando su apetito, ambas luces lentes de épocas futuras.
 Sigo caminando por otra avenida cuando descubro la diminuta figura anacrónica, fabricada en un material desconocido aunque puedo sospechar que se trata de yeso, de un rastafari fumando y saboreando los exótico placeres de una extraña hierba.
Regreso a la anterior y veo a un vendedor ambulante recorriendo una de sus aceras ofertando futuristas maquinas para medir el paso despiadado e implacable del tiempo.







lunes, 12 de noviembre de 2012

Mi primer desembarco y el último de Carlos V (segunda parte)

   Después me dejé llevar por la noche y las calles de la villa, llenas de vecinos y foráneos.  Olor a comida y hora de cenar.  Más tarde le echo un vistazo al desfile en honor al rey camino de su Yuste final. Ahora junto al antiguo ayuntamiento donde se erige un busto al monarca de la dinastía de los Austrias, custodiado por sendos caballeros a lomo de sus cabalgaduras. Continuo por la avenida que  lleva al túnel y al mar, repleta a ambos lados de tenderetes, mercado medieval lo llaman; al fondo del camino un cetrero y su rapaz nocturna  parecen esperar el momento de ser inmortalizados. Al final durante el regreso y subiendo por la cuesta del infierno camino de las rúas de la puebla vieja los niños juegan a espadachines.















jueves, 18 de octubre de 2012

Mi primer desembarco y el último de Carlos V (primera parte)

   Laredo villa marinera del Cantábrico con bella y extensa playa de fina arena, que me vio nacer, donde desde niño estudie bachillerato  y tanto me divertí durante mi juventud; celebra desde el año 2000 y durante varios días el hecho histórico allá por 1556 del desembarco del emperador Carlos V en la playa Salvé de esta localidad. Pese a que esta fiesta viene desarrollandosé en septiembre desde hace varios años nunca había acudido a ella. Pero en esta ocasión y cargado con mis herramientas de trabajo aquel viernes cuando el  otoño llamaba a las puertas  me acerque a la mencionada bahia pegina para presenciar y fotografiar por primera vez la recreación del tal acontecimiento histórico. No se trataba de un encargo, tan solo pretendía  conocer el evento y aprovechar el hecho para plasmarlo gráficamente; pero pese a que llegue unos pocos minutos antes de que comenzara, el aforo estaba completo y ya no dejaban  entrar por lo que decidí quedarme fuera y desde un punto determinado que ocupaba a penas un metro cuadrado intentar inmortalizar desde mi visión personal lo que a mi alrededor acontecía, y aquí esta el resultado.