Mis mejores fotografías
siempre son solo, y subrayo solo, las que hace la retina de mi ojo izquierdo
sin artefacto fotagráfico por medio; son con mucha diferencia y sin discusión
posible mis obras maestras, las que jamás ningún editor gráfico me valorara,
ningún jurado de concurso fotográfico me premiara, ninguna sala de exposiciones
colgara, ni siquiera las que los de Cien Ojetes con su mala uva y acido humor
podrían criticarme; son fotos que ninguna gelatina con sus haluros de plata tan
sensibles a la luz, ni sensor foto-electrónico llámese CCD, CMOS, Foveon X3 o el Coño de la Bernarda
jamás captaran, capturaran o simplemente dibujaran. Fotografías como aquella de
Messi junto a su moto-taxi en las afueras de Paita camino de Islilla y su
blanca, producto de los excrementos de sus aves, isla Foca; o aquella de un pez
de carne y espinas, en bicicleta por la panamericana norte a su paso por
Zorritos dirección a la gomorra y maleada Máncora.
Luego están, lo siento de
veras, las otras, las menos buenas, que es como decir las malas, las que tu y
tus ojos aquí y ahora pueden mirar