miércoles, 20 de enero de 2016

Vestigios de un naufragio

   El débil sol de invierno oteaba el horizonte montañoso y así se iba lentamente, al menos por esa jornada, camino de su oeste final. Ocaso lo llaman. Con similar lentitud otra fría y corta tarde viajaba una vez más hacia la noche oscura. Y entonces ya no estaba el rato para seguir buscando vestigios del pasado, restos de aquel naufragio de postguerra; cuando un día de primavera una galerna se levantó sobre el bravío Cantábrico como un enorme gigante, y de un soplido se llevó para siempre a mi abuelo Lorenzo y a dos de sus hijos; tan pronto y tan rápido se los llevó, que nunca, que jamás los soñé.
Texto y Fotos: © Agustín Zorrilla

viernes, 20 de marzo de 2015

LOS CANGREJOS NO CAMINAN HACIA ATRÁS, SINO HACIA UN LADO

  Después de ocho años sin, como dicen los gallegos coger fotos, en este caso con cámaras de película; hace ya uno y medio que  vengo utilizando el soporte analógico, eso si siempre con película en blanco y negro y de momento tan solo en 35 m.m. o paso universal, aunque no descarto utilizar los formatos medios en un  futuro no muy lejano. Y muchos os preguntareis a que fin esa vuelta atrás, la verdad es que no hay una sola respuesta sino varias que intentaré aquí  contestarlas; en primer lugar creo, y hay muchos colegas que están de acuerdo conmigo, en que el blanco y negro analógico, o si lo preferís proceso químico negativo/positivo, no es igual que el digital o si os gusta más foto-electrónico; ¡ojo! no digo  que el analógico sea mejor, hay fotógrafos que utlilizan el proceso digital para conseguir excelentes, desde el punto de vista del procesado, imágenes en monocromo. Pero aún hay razones de mayor peso, como son la utilización  de los modos manuales de la cámara que nos hace que entendamos mucho mejor los conceptos de velocidad de obturación, apertura de diafragma y sensibilidad de la película o del sensor  en el caso de las digitales; los tres valores  básicos en los que se basa toda la técnica fotográfica. Además al no disponer de pantalla no podemos ver el resultado al momento, lo que nos obligara a realizar mayor esfuerzo mental para visivilizar previamente la foto. También nos exigirá estar más atentos ante el instante decisivo, ya que como mucho dispondremos de 36 fotos en cada rollo y si bien podremos utilizar más películas, puede que ese momento tan importante lo perdamos por estar recargando la cámara. Otra razón tan poderosa o más si cabe es la asimilación de la luz, no olvidemos que es nuestra herramienta básica y al no existir la distracción del color o  de los colores  nos será más fácil centrarnos en ella conocerla y dominarla mejor.
   Y si uno se va a iniciar o esta en los primeros pasos de este apasionante mundo de la fotografía, sería muy recomendable que aunque no fuera al cien por cien lo hiciera también en analógico blanco y negro.

Nota: Todas las fotos que acompañan a este artículo han sido realizadas con pelicula blanco y negro de 35 m.m en los últimos meses.










viernes, 13 de febrero de 2015

DEL MOTOTAXI DE MESSI A LA BARCA DE CRISTIANO













   Mis mejores fotografías siempre son solo, y subrayo solo, las que hace la retina de mi ojo izquierdo sin artefacto fotagráfico por medio; son con mucha diferencia y sin discusión posible mis obras maestras, las que jamás ningún editor gráfico me valorara, ningún jurado de concurso fotográfico me premiara, ninguna sala de exposiciones colgara, ni siquiera las que los de Cien Ojetes con su mala uva y acido humor podrían criticarme; son fotos que ninguna gelatina con sus haluros de plata tan sensibles a la luz, ni sensor foto-electrónico llámese  CCD, CMOS, Foveon X3 o el Coño de la Bernarda jamás captaran, capturaran o simplemente dibujaran. Fotografías como aquella de Messi junto a su moto-taxi en las afueras de Paita camino de Islilla y su blanca, producto de los excrementos de sus aves, isla Foca; o aquella de un pez de carne y espinas, en bicicleta por la panamericana norte a su paso por Zorritos dirección a la gomorra y maleada Máncora.
   Luego están, lo siento de veras, las otras, las menos buenas, que es como decir las malas, las que tu y tus ojos aquí y ahora pueden mirar

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Mi primer desembarco y el último de Carlos V (tercera parte)

   Tras una noche  un tanto agotadora, al día siguiente aún quedaban ilusión y ganas para volver a desembarcar en el viejo Laredo y seguir plasmando gráficamente lo que en sus calles acontecía.
En un punto determinado de la plaza de la Constitución de esta villa marinera  bañada por el bravío Cantábrico, el alfarero crea su pieza de barro ante la mirada  de un grupo poco numeroso de pequeñas criaturas humanas. En otro la herrera y el herrero cruzan sus miradas complices. Y en el tercero un artesano del cristal da forma, bajo el ardiente fuego, a su delicada obra.
Allí cerca en la calle la cual llaman del paseo y que te aproxima al nuevo y al viejo puerto, el mismo camino que te  conduce hacia un túnel reparado ya  hace varios años; en dirección opuesta vienen, acompañados de sonidos de gaitas y de cierto gentío, sendos santinbanquis que forman un todo al construir su acrobacia.
Más tarde me cruzo con dos jóvenes y bellas cortesanas saciando su apetito, ambas luces lentes de épocas futuras.
 Sigo caminando por otra avenida cuando descubro la diminuta figura anacrónica, fabricada en un material desconocido aunque puedo sospechar que se trata de yeso, de un rastafari fumando y saboreando los exótico placeres de una extraña hierba.
Regreso a la anterior y veo a un vendedor ambulante recorriendo una de sus aceras ofertando futuristas maquinas para medir el paso despiadado e implacable del tiempo.