miércoles, 20 de enero de 2016

Vestigios de un naufragio

   El débil sol de invierno oteaba el horizonte montañoso y así se iba lentamente, al menos por esa jornada, camino de su oeste final. Ocaso lo llaman. Con similar lentitud otra fría y corta tarde viajaba una vez más hacia la noche oscura. Y entonces ya no estaba el rato para seguir buscando vestigios del pasado, restos de aquel naufragio de postguerra; cuando un día de primavera una galerna se levantó sobre el bravío Cantábrico como un enorme gigante, y de un soplido se llevó para siempre a mi abuelo Lorenzo y a dos de sus hijos; tan pronto y tan rápido se los llevó, que nunca, que jamás los soñé.
Texto y Fotos: © Agustín Zorrilla
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Originales analógicos, negativo blanco y negro paso universal (135 mm)

















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